viernes, 3 de abril de 2020

El sonido de la rebelión.

Nos encontramos en un periodo de caos. Hoy escuchamos hablar de un nuevo orden mundial. Dicen los expertos que el declive de Estados Unidos es una tendencia que ha sido acuñada por un gobierno imperialista, racista y machista. Que la Unión Europea ha perdido la brújula estratégica, y ni hablar de Latinoamérica. Los vencedores, Asia Pacífico.

Yo pienso diferente.

La enfermedad del Covid-19, en efecto, está cambiando al mundo. Caos, decadencia y crisis anuncian los noticieros. La tragedia emerge a la luz pública como si se tratase de una novela de Stephen King. Basta ver el drama que vive la ciudad de Guayaquil para atestiguarlo. Los mercados caen, el petróleo pierde su valor, la recesión económica cosecha un pánico social y no parece haber un soporte que aminore lo que algunos economistas denominan el episodio más oscuro de la historia económica contemporánea
Y es que la pandemia del coronavirus ha enfrentado a los países a tomar una decisión: dañar su economía o perder millones de vidas.

Resulta inadmisible que se ponga en duda la vida de seres humanos para salvar la economía de un país. Esa creencia clasista de “ricos” y “pobres” hoy está sentada en la ignorancia. Sí, el mundo está cambiando, pero no de un nuevo gobierno mundial, sino de una forma de pensamiento. De entre las sombras del caos está brotando con fuerza el sonido de una rebelión. La rebelión de la unidad y el humanismo.

Llegó el tiempo de sumarnos. Crear consciencia social del mundo en que vivimos. Darnos cuenta de lo que es esencial y lo superficial. Debemos rebelarnos, incluso en contra de nosotros mismos.

Hay infinidad de trabajadores que, pese a la contingencia sanitaria, tienen que salir a cosechar frutas y verduras para que no falte alimento ¿Acaso ello lo valoramos? Doctores y enfermeras arriesgan demasiado por atender las urgencias de un paciente. Al doctor le aplaudimos, sí, con gran merecimiento, pero no olvidemos también a nuestros campesinos. 

Las “élites” buscan, a toda costa, no ver disminuidas sus grandes empresas y con ello perder los privilegios de sentirse “ricos”. Pero ¿Y los trabajadores? ¿Qué pasa con los que día con día entregan grandes jornadas laborales y que ignoramos por completo? Hoy debemos ponernos de pie y alzar la voz por ellos, por nosotros.

Debemos rebelarnos. No dejemos que la pobreza crezca más en México. Ayudemos al prójimo y no olvidemos, por favor no olvidemos, cuando todo esto acabe, a las personas que dieron la cara por nosotros en estos momentos de crisis. Llegó la hora de que ese “nuevo orden mundial” sea anunciado por el pueblo y no por políticos nefastos. 

El sonido de la rebelión está emergiendo desde abajo, muy abajo, podrás escucharlo si prestas atención. 

Hay que sumarnos como sociedad, olvidar nuestras diferencias económicas y culturales. Abandonemos la hipocresía y el temor. Es urgente, no dejemos que nuestras almas sigan teniendo un precio en el mercado.

Alberto Cebada.